Me Refugio
Entre las líneas de tu pentagrama.
Y no encuentro las salidas
de esta canción desentonada.
Porque no las busco,
porque no las quiero.
Intento permanecer entre el calor
de tu garganta y tus latidos.
Entre el sabor de tus palabras y mis sueños,
todavía en el viento levitando,
y que pronto los quiero sobre tierra.
Mas no por saciar el capricho
de mis ataques ansiosos repentinos
si no por la necesidad oculta
de hallar mis pies sobre el pavimento,
de poder andar firme cuando despierto.
No quiero encontrar
cabida entre las sobras de tu amor.
Pero mis acciones,
aunque a veces se alboroten
y desfiguren mis intenciones,
su realidad es quererte.
A pasitos cortos.
Y amarte en todas tus maneras,
aunque aún me cueste soportarlas a esas,
tus lagunas mentales,
en las que me hundo hasta flotar.
Lapsos un poco fríos,
quizás
por no ser todavía primavera.
Increíble pensar
que el fuego y su humo
le pueden más al cristal
que su transparencia.
Y tan sólo espero
que los ojos no me fallen,
que la soledad no me engañe,
que mi inseguridad no te acalle.
Porque lo último que quisiera alcanzar
es la sonrisa de mis bolsillos llenos
o la de mi piel.
Mas sí deseo el ser de rostro y alma inocente
(incondicional, lo llamo a veces).
El de color en la mirada y trasluz en el sentir.
Pues lo que hoy yo quiero
es que esto y todo aquello
que me falta y a otros sobran,
siendo justo o algo absurdo,
lo reciba sin medida
de tus labios, de tus ojos, de tu vida.
Y recogeré las gotas
que tu vaso riegue distraído.
Generoso algunas veces
y otras,
rebosante de sequía.
No se si ahora por fin
te sea posible entender
mi necesidad de tu presencia
de tu luz, de tu voz
en todos los rincones de mi oscuridad.
Que hoy quiero cobrarte
aunque la deuda no sea tuya.
Pero es eso simplemente,
una puerta con mil puños
que una llave no le basta...
Y hoy,
por eso me refugio
entre las líneas de tu pentagrama.
y no encuentro las salidas
de esta canción improvisada.
Porque no las busco.
Porque no las quiero.
Y no encuentro las salidas
de esta canción desentonada.
Porque no las busco,
porque no las quiero.
Intento permanecer entre el calor
de tu garganta y tus latidos.
Entre el sabor de tus palabras y mis sueños,
todavía en el viento levitando,
y que pronto los quiero sobre tierra.
Mas no por saciar el capricho
de mis ataques ansiosos repentinos
si no por la necesidad oculta
de hallar mis pies sobre el pavimento,
de poder andar firme cuando despierto.
No quiero encontrar
cabida entre las sobras de tu amor.
Pero mis acciones,
aunque a veces se alboroten
y desfiguren mis intenciones,
su realidad es quererte.
A pasitos cortos.
Y amarte en todas tus maneras,
aunque aún me cueste soportarlas a esas,
tus lagunas mentales,
en las que me hundo hasta flotar.
Lapsos un poco fríos,
quizás
por no ser todavía primavera.
Increíble pensar
que el fuego y su humo
le pueden más al cristal
que su transparencia.
Y tan sólo espero
que los ojos no me fallen,
que la soledad no me engañe,
que mi inseguridad no te acalle.
Porque lo último que quisiera alcanzar
es la sonrisa de mis bolsillos llenos
o la de mi piel.
Mas sí deseo el ser de rostro y alma inocente
(incondicional, lo llamo a veces).
El de color en la mirada y trasluz en el sentir.
Pues lo que hoy yo quiero
es que esto y todo aquello
que me falta y a otros sobran,
siendo justo o algo absurdo,
lo reciba sin medida
de tus labios, de tus ojos, de tu vida.
Y recogeré las gotas
que tu vaso riegue distraído.
Generoso algunas veces
y otras,
rebosante de sequía.
No se si ahora por fin
te sea posible entender
mi necesidad de tu presencia
de tu luz, de tu voz
en todos los rincones de mi oscuridad.
Que hoy quiero cobrarte
aunque la deuda no sea tuya.
Pero es eso simplemente,
una puerta con mil puños
que una llave no le basta...
Y hoy,
por eso me refugio
entre las líneas de tu pentagrama.
y no encuentro las salidas
de esta canción improvisada.
Porque no las busco.
Porque no las quiero.
Anaíro.
19:00 miércoles, 17 de Septiembre de 2014
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