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Mostrando entradas de 2019

Aeropuertos

El crujido de una bolsa con olor a frito. El contrapunteo de las voces mecánicas de los últimos llamados a los pasajeros ausentes. Las risotadas de dos mujeres espontáneas que mantienen la espera entretenida. La sala entre incontables dedos y pies fuera de sintonía, creando un coro ansioso de ticks nerviosos. El suspiro seco de los ojos privados de sueño. La respiración leve de los cuerpos de plomo clavados horizontalmente en lo que serían cuatro asientos, pero que a los viajantes agotados les parece la mejor de las camas tomando en cuenta que el suelo es la única opción restante. El cansancio le gana a su consideración e incluso al más básico nivel de paranoia, común entre los pasillos y salones de los aeropuertos. Las caras de pasaporte americano, los latidos cabalgantes de la sangre inmigrante, la coraza emocional de los que tienen los rasgos poco definidos y cuya existencia suele justificar la desmesurada cantidad de cámaras de seguridad escondidas. Las zapatillas medio sue

Instrucciones para Respirar

Inhalar.  Exhalar.  Inhalar.  Pararse firme. Exhalar.  Relajar los músculos innombrables entre el cuello y los hombros.  Inhalar.  Olvidarse de la alarma del velador.  Exhalar. Desabotonarse el pantalón.  Inhalar.  Oler el pan tostándose desde el pasillo que conduce a la cocina.  Exhalar.  Diluir la velocidad acelerada de los propios prejuicios.  Inhalar.  Combinar el calendario y las horas en el preciso momento.  Exhalar.  Dejar que las piedras de la zona abdominal se vuelvan mariposas.  Inhalar.  Suavizar la mirada y entrecerrar los ojos ante las luces brillantes.  Exhalar.  Identificar los nudos que entrecortan la voz.  Inhalar.  Sentir el Qi fluir libre por las entrañas de la manzana de Adán.  Exhalar.  Dejar caer la manzana de Adán.  Inhalar.  Fijarme en el suelo como un árbol a través de raíces imaginarias que salen directamente de las plantas y los dedos de los pies.  Exhalar.   Pretender que la piel es un puente y no una frontera. Inhalar.  Permitirle a la columna vertebral col

Hoy le encontré la luz al día

Quiero seguir capturando la belleza del cotidiano. Las manos de los poros de tierra seca De los artesanos y los agricultores Que son escultores Del barro. Quiero seguirle encontrando la luz al día. Hay mañanas en las que los suspiros me levantan de la cama Y cuando mi mirada se encuentra con la espesura de las nubes Mi espíritu se achica un poco Y no me dan ganas de acariciar los cielos. Pero hoy, hoy le encontré la luz al día Y me sentí perfectamente a gusto. Quiero seguir capturando la belleza del cotidiano. A veces, A veces qué? Tantas veces dudo de los garabatos semi-espiralados en mis dedos Y luego vuelvo a creer en quién soy El momento en el que veo mi rostro en la cara de la gente sin nombre, Esa que no tiene voz a mis oídos Y que nada más es otra célula en este gran sistema nervioso. Hoy le encontré la luz al día Y pienso Y sé Que todos somos luz. Y si todos somos luz entonces este es un país de ciegos. Paso a

Tercer Ojo

Me nace un bulto en la frente. Quiere abrirse el párpado central como una cortina de cine. Yo me callo la boca. Me muerdo los pensamientos que empiezan a sacar chispas desde las profundidades de un mar índigo y mil peces sin rostro. Me crecen pestañas en la mente. Curvas y danzantes en todas las direcciones. Me cuesta entender cómo pude haber vivido así: bajo la superficie vana de dos dimensiones quasi planas. Comienzo a percibir una luz que se desliza hacia abajo y me da vuelta las pupilas. Siento que un calorcito se derrite como la cera hirviendo de una vela que gotea lentamente desde el punto más alto de mi cráneo y me dilata la percepción de mi propia energía afuera del cuerpo en un plano astrofísico. Es nada más un instante en el que el tiempo se disuelve al estilo Dali y en el que el eje horizontal me borra el ego del mapa. El ojo entrecierra su párpado como un recién nacido y entiende el propósito universal de la creación. Puede ver. Está vivo. Latiente, con una vena ene