El de la mirada imposible, y las cejas fuertes por donde quiero dejar que caminen mis dedos. El de los labios inyectados de ti con sabor a alma, con sabor a lo impalpable. El de la risa constante y la sonrisa de azúcar, que parece darlas gratis pero yo sé cuanto a ti te ha costado sostenerlas. ¡Tú! ¡Sí tú! El de mis sueños estrictamente curvos y mis realidades precisamente imperfectas. Tú, el de oro líquido enredado en mí, en ti, y en todos mis espacios. Sí Amor, a ti es a quien escribo y sigo, como ríos de tinta en papel rajado, en papel doblado, en papel quemado... Ríos que fluyen un día y otros, se desbordan por caudales quebradizos que más tarde se hacen nada, se evaporan y se vuelven soldados del viento. ¡Sí Amor, a ti te hablo! Aunque aquellos soldados que te digo huyan con mi voz en sus manos y hacia los cuatro rumbos corran. Y te eviten siempre a ti, mi quinta estación. El quinto pétalo de mi rosa de los vientos. Sí Amor
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